Se acerca Halloween y los niños esperan ansiosos el día en que podrán llenar sus calabazas de dulces. Y tengamos hijos o no, la mayoría tendemos a tener una gran cantidad de dulces o alimentos con azúcar para estas fechas.
El consumo de azúcar es un tema que preocupa en la actualidad, ya que suele hacerse en exceso. El azúcar ha sido relacionado con el aumento de peso, diabetes e incluso puede ser “tóxico”, los azúcares añadidos aumentan el exceso de energía y reducen la densidad de nutrientes en nuestras dietas.
Según la OMS, “La ingesta de azúcares libres, entre ellos los alimentos y bebidas azucaradas, es uno de los principales factores que está dando lugar a un aumento de la obesidad y la diabetes en el mundo”. El exceso de fructosa y glucosa se transforma en grasa en el hígado, lo que acrecienta los riesgos de obesidad y de diabetes tipo 2.
La OMS recomienda que, si se ingieren azúcares libres, aporten menos del 10% de las necesidades energéticas totales; además, se pueden observar mejoras en la salud si se reducen a menos del 5%. Esta proporción equivale a menos de un vaso de 250 ml de bebida azucarada al día.
Además de generar diabetes y obesidad, su consumo trae muchas otras consecuencias, entre las que se destacan:
- Crea adicción: consumir azúcar conduce a la liberación de dopamina (neurotransmisor que provoca querer más de la sustancia que produce placer). A medida que las neuronas receptoras de dopamina se sobren estimulan, el número de receptores que responden disminuye, de manera que cada vez se necesita una mayor cantidad de dopamina para obtener el mismo placer.
- Daña los tejidos: el azúcar acelera el proceso de oxidación de las células. Esto puede desarrollar enfermedades hepáticas, insuficiencia renal y cataratas.
- Acelera el envejecimiento: el azúcar puede disminuir la reparación de colágeno (proteína que aporta resistencia y flexibilidad a nuestros tejidos) lo que resulta en una reducción de su elasticidad y la aparición de arrugas prematuras.
- Afecta nuestra memoria: Se reduce la capacidad de almacenar recuerdos o conocimientos nuevos por un tiempo más prolongado y tienden a lentificarse los procesos de memorización y aprendizaje en quienes consumen azúcar, empeorando el rendimiento del cerebro.
- Reduce la sensación de saciedad: Se activa las zonas de placer del cerebro, lo que disminuye la sensación de estar satisfecho al ingerir alimentos.
- Baja la energía: A pesar de que el consumo de glucosa causa una sensación de energía, hay que tener en cuenta que esto es un efecto a corto plazo, haciendo que después nos sintamos más cansados.
En este sentido, un buen consejo para que los pequeños no den “rienda suelta” a sus ansias por comer dulces, es hacer la recolección con sus estómagos saciados, es decir, después de una comida principal para que tengan menos apetito.