A medida que ha aumentado la participación deportiva femenina, los efectos positivos del ejercicio físico sobre la salud se han hecho evidentes. Sin embargo, ha surgido un conjunto de problemas de salud exclusivos de la mujer atleta. En el año 1990 se dio a conocer por primera vez el término ‘triada de la mujer atleta’, y en el año 2007 surgieron nuevas investigaciones con respecto a este tema. Si bien aun queda por comprender de este fenómeno, ya existen tratamientos para abordar esta problemática, el cual debe ser personalizado y de acuerdo a las necesidades especiales de cada mujer.
La importancia de reconocer este síndrome es poder pedir ayuda en caso de ser necesario, o poder brindar ayuda en caso de sospecha. Este síndrome es reversible, sin embargo, de no tratarse puede traer efectos muy perjudiciales a la salud de la mujer que lo padezca. Algunas de las consecuencias son la disminución de la capacidad para recuperarse de una lesión, incapacidad para desarrollar o mantener la masa ósea con la consecuencia final de osteoporosis, deterioro de la función menstrual e infertilidad, y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.
¿En qué consiste? Es un síndrome en donde se involucran tres aspectos principales: 1) alimentación insuficiente que no va acorde al nivel de exigencia física, con o sin un trastorno alimenticio asociado; 2) ausencia o irregularidad de menstruación; 3) baja densidad mineral ósea. Se produce principalmente en atletas competitivas que se sobre exigen, buscando un rendimiento físico deportivo, pero que no va de la mano de un buen manejo del autocuidado. Generalmente está ligado a deportes en donde el rendimiento físico y la imagen o peso corporal son relevantes para la atleta, como, por ejemplo, nado sincronizado, triatletas, halterofilia, fondistas, gimnastas, nado sincronizado, entre otros.
¿Cuáles son los síntomas o cómo puedo sospechar de este síndrome? Una de las principales consecuencias más evidentes es la ausencia o irregularidad de la menstruación, sumado a la pérdida de peso acelerado, fatiga, dietas restrictivas en conjunto con ejercicio excesivo, atracones de comida, vómitos inducidos, fracturas por estrés, cambios en el estado de ánimo y deterioro del rendimiento deportivo.
Esta condición tiene un origen variado, identificándose cuatro principales: alimentación desordenada, trastorno alimenticio clínico, pérdida de peso intencionada sin trastorno alimenticio y sub alimentación no intencional. Como las causas son tan variadas, el tratamiento debe ser individualizado y debe ser prescrito por un médico especialista en medicina deportiva. Por otro lado, el manejo psicológico por algún profesional del área de la salud mental puede ser de mucha ayuda en caso de ser necesario. La prevención y el reconocimiento temprano de los trastornos de la tríada son cruciales para garantizar una intervención oportuna. Los cuidadores y médicos de las atletas deben permanecer atentos a la educación, el reconocimiento y el tratamiento de las atletas en riesgo.
Referencia Bibliográfica
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